3 recetas gallegas para hacer en casa y sentirte en el norte de España

Galicia enamora a quien la visita: por sus paisajes verdes, su bruma misteriosa, su gente cálida… y, por supuesto, por su comida. La gastronomía gallega es sencilla, pero llena de sabor, con platos que nacen de la tierra y del mar, pensados para compartir, reconfortar y celebrar.

Si extrañás Galicia o simplemente querés probar algo diferente, hoy te traigo tres recetas típicas que podés hacer en casa. No necesitas ingredientes raros ni técnicas complicadas. Solo ganas de cocinar y disfrutar.

Caldo gallego

El plato de cuchara que abriga el alma

El caldo gallego es uno de esos platos que saben a hogar. Tradicionalmente se prepara en invierno, cuando el cuerpo pide algo caliente, pero cualquier día fresco es una excusa válida para hacerlo.

Ingredientes:

  • 2 manojos de grelos o, si no conseguís, espinaca o acelga
  • 2 patatas medianas
  • 200 g de lacón salado (puede ser panceta o costilla de cerdo)
  • 1 chorizo gallego (o uno ahumado)
  • 150 g de alubias blancas cocidas
  • Sal y aceite de oliva

Preparación:

  1. Si usás lacón salado, dejalo en remojo la noche anterior.
  2. En una olla grande, cocé el lacón y el chorizo en agua durante 40 minutos.
  3. Añadí las patatas peladas y en trozos. Cuando estén casi listas, incorporá los grelos (lavados y troceados).
  4. Agregá las alubias cocidas, un chorrito de aceite de oliva y ajustá la sal.
  5. Cociná unos minutos más y serví bien caliente, con pan gallego al lado si tenés.

📝 Consejo: Como muchos guisos, al día siguiente tiene aún más sabor.

Empanada gallega de atún

El plato de cuchara que abriga el alma

Ideal para picnics, reuniones o mateadas con sabor gallego

La empanada gallega es parte de cualquier celebración, feria o escapada. Se puede hacer con muchos rellenos: carne, zamburiñas, bacalao con pasas… Pero la de atún es la más clásica y fácil de hacer en casa.

Para la masa:

  • 500 g de harina
  • 200 ml de agua
  • 100 ml de aceite (usá el del sofrito para dar sabor)
  • 15 g de levadura fresca
  • 1 cucharadita de sal

Para el relleno:

  1. 2 cebollas grandes
  2. 1 pimiento rojo
  3. 300 g de atún en aceite (escurrido)
  4. 4 cucharadas de tomate triturado

Preparación:

  • Hacé un sofrito con la cebolla y el pimiento picados. Cuando estén tiernos, sumá el tomate y cociná unos minutos. Retirá del fuego y mezclá con el atún.
  • Disolvé la levadura en el agua tibia, agregá el aceite, la sal y la harina. Amasá hasta lograr una masa elástica. Dejala reposar 30-40 minutos.
  • Estirá la mitad de la masa en una fuente engrasada, agregá el relleno y cubrí con la otra mitad.
  • Cerrá los bordes, hacé un pequeño agujerito en el centro para que respire y pintá con huevo batido.
  • Horneá a 180 °C unos 40-45 minutos, hasta que esté dorada.

🥄 Tip: Está riquísima tanto caliente como fría. Ideal para llevar al trabajo o a una excursión.

Tarta de Santiago

Un clásico dulce con historia y sabor a almendra

Este postre, típico de las peregrinaciones a Compostela, es simple, sin harina (apta para celíacos) y con un sabor delicado y profundo a almendra. Se distingue por su decoración con la cruz de Santiago en azúcar glas.

Ingredientes:

  • 250 g de almendra molida
  • 250 g de azúcar
  • 5 huevos
  • Ralladura de 1 limón
  • 1 cucharadita de canela
  • Azúcar glas (para decorar)

Preparación:

  1. Mezclá la almendra molida con el azúcar, la canela y la ralladura.
  2. Añadí los huevos y mezclá bien (sin batir en exceso).
  3. Volcá la mezcla en un molde engrasado y horneá a 180 °C durante 30-35 minutos.
  4. Cuando enfríe, espolvorea con azúcar glas y colocá una plantilla de la cruz de Santiago para lograr el dibujo típico.

🍽️ Recomendación: Acompañala con un café o con un chupito de licor café gallego.

🧭 Un pedazo de Galicia en tu mesa

Estas recetas no solo llenan el estómago: conectan con la tradición, con las abuelas que cocinaban sin medidas exactas y con la cultura de compartir. No hace falta vivir en Galicia para disfrutar de su cocina. Solo animarse a prepararla, abrir un buen vino (¡o un albariño!) y dejar que los sabores hagan el resto.

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